Entrevista con Philippe Joseph Salazar

24/03/2014

"Una mitad de la historia argentina desapareció en el silencio de los que no hablarán"

 Los crímenes de lesa humanidad requieren el diálogo político más que el testimonio judicial. Los crímenes cometidos en guerras civiles o  en otras formas de guerras civiles, por ejemplo guerras de liberacion, no se saldan con versiones locales de Nuremberg  o museos de la Memoria  Histórica.  Reproduzco a continuación el diálogo  con el  profesor frances  Philippe Joseph Salazar sobre dos modelos  de reconciliación nacional, el de Sudáfrica y el de Argentina.

¿Cómo se reconstruye una comunidad que ha sido atravesada por delitos de lesa humanidad? ¿Cómo pensar el nuevo comienzo en una sociedad en la que aún conviven víctimas y victimarios, e hijos de unos y otros? En definitiva, ¿cómo volver a dotar de humanidad, compasión y amistad a un sistema que ha deshumanizados?

Éstos son algunos de los interrogantes que se formula el profesor  francés Philippe Joseph Salazar, que ahora se condensan en el libro Lesa humanidad, en donde Salazar  analiza la singularidad y los alcances del proceso de reconciliación en Sudáfrica  y marca las diferencias respecto de otros países que han sido inficionados por el horror.

"Para el proceso de reconciliación sudafricano el autor  de los crímenes  no es alguien al que hay que rechazar, sino reintegrar", dice el especialista en temas sudafricanos,   un país en el que hubo simultáneamente una refundación ética, del Estado y de la nación.. A diferencia de lo que se suele sostener en ámbitos académicos y organismos de derechos humanos, según Salazar "el trabajo de la memoria es antipolítico, porque impide avanzar".

Respecto de la reapertura de los juicios en la Argentina, el profesor -que asistió a algunos de los juicios- no duda en afirmar "que la justicia es una forma codificada de la venganza" y que "no se puede aplicar la justicia penal a las relaciones políticas".

"Se sanciona una ley y luego otra ley. Un argumento contra argumento. La consecuencia es que en la Argentina probablemente habrá una nueva ley que cambiará de nuevo las cosas. Y eso es un proceso perverso", dice. Discípulo de Louis Althusser, Emmanuel Levinas y Roland Barthes, Salazar es profesor emérito del College International de Philosophie de París y profesor distinguido en la Universidad de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.

-¿En Sudafrica los crímenes de los movimientos de liberacion y de la represion estaban en el mismo plano?

-Sí. Los crímenes de sangre cometidos por los movimientos de liberación están en el mismo plano que aquellos cometidos por los agentes del apartheid, porque la idea es que la ideología es opresiva para todos. Entonces, con la reconciliación de 1994, es una nueva ciudadanía y una nueva nación la que aparecen. Es un modelo único: aceptar que el opresor es una víctima. Es la única solución para construir una nueva nación.

-Aún así, con historias y experiencias tan distintas, ¿cree que Argentina puedeaprender algo de cómo abordó Sudáfrica el drama fraticida tomar?

-En marzo pasado estuve en Mendoza presenciando los juicios a policías que actuaron durante la dictadura. Asistí como periodista francés a esa escena extraordinaria en la que se leía el fallo y se veían en las pantallas las caras de algunos de los acusados que estaban en otras prisiones del país. Afuera había grupos portando carteles. Cuando se empezó a leer el fallo y alguien vio que yo tomaba notas, me dio una foto con la cara de un hombre joven que había desaparecido. Y entendí muy rápido que lo que pretendía es que  yo debía levantarla en el momento de la sentencia. Me sentí muy mal cuando escuché los gritos de euforia y de alegría después de la sentencia: cadena perpetua, sin ningun tipo de remision de pena. Querían más . Veía la foto de ese hombre joven y bello y veía a los viejos que acababan de condenar, y que cuando ellos cometieron el crimen tenían la misma edad que el joven. Pregunta: ¿cómo es que un hombre joven que era un oficial de policía pudo secuestrar a este joven cuya foto yo tengo ahora? Eso es lo que quiero comprender y lo que no se conoce. La gente pedía más sangre y ahí me dije: esto nunca va a terminar. La sangre llama a la sangre y los hijos de los que son condenados algún día van a pedir venganza. No vi ni un gesto de amistad, ni de compasión.

-Los familiares de las víctimas no usarían la palabra venganza sino justicia: se ha cometido un delito, y por eso tiene que haber un proceso y una condena.

-Pero toda la antropología demuestra que ese tipo de  justicia es una forma codificada de la venganza. En Francia con los integrantes de la Corte de Casación, máxima autoridad en estos temas, coincidieron conmigo en que ese tipo de justicia es una forma de la venganza. Sudáfrica permitió comprender, en política, que hay otras formas de justicia.  Sudáfrica ha comprendido: que esos crímenes fueron cometidos en situaciones políticas. El tratamiento del crimen, del odio y la venganza deben ser tomados política y no penalmente.

-En la Argentina esto que usted dice le agradaría mucho a los militares y a sus familias, pero no a los militantes.

-Sí. ¿Por qué razón? Porque el marco sigue siendo un marco penal. Si hacemos comprender a las familias de unos y otros que el fin es crear una reconciliación nacional, entonces puede sonar de un modo distinto. Eso debe venir de la política, pero no sucede porque el interés de los gobernantes es dividir para reinar. El  escenario argentino   crea infelicidad.

-A diferencia del proceso sudafricano -en donde se reconstruyeron los hechos-, en la Argentina los militares no hablaron y se da la paradoja de que "hacer justicia" impide avanzar hacia la verdad y tener información sobre el destino final de las víctimas y la identidad de los hijos apropiados.

-Y no conocerán nunca la verdad. Una de las cosas que me parece más escandalosa es que, como consecuencia del marco penal, es imposible oír a los militares que cometieron crímenes, porque si hablan se autoinculpan. Eso quiere decir que hay una mitad de la historia argentina que desapareció en el silencio de aquellos que no van a hablar. Eso no sucedió en Sudáfrica: era necesario saber, y para saber era necesario dejar hablar.

-¿Entonces cree que en el contexto argentino  no habría lugar para palabras de verdadero perdón, reconciliación y verdad?

-La audacia política es crear las condiciones para que la gente comience a pensar de ese modo. Si no hay liderazgo político, eso no va a ocurrir. En Sudáfrica se dio el extraño caso de tres líderes políticos: Frederik de Klerk, Desmond Tutu y Nelson Mandela, que desde puntos de vista diferentes convergieron en una idea, un proceso único y un lenguaje común.Se pusieron de acuerdo en que el trabajo de la memoria es antipolítico porque impide avanzar. Allí se produjeron dos procesos simultáneamente: el constitucional (1994-1996) y el de la reconciliación (1995-1998). El de la Constitución tomó dos años y era necesario que el proceso de reconciliación también fuera corto. La idea de Tutu fue hacerlo rápido, cuando todo estaba fresco, y poder avanzar.  El pasado fue enterrado y avanzamos. Y hay un museo al que no va nadie, salvo los turistas. Los países que no fueron capaces de resolver el conflicto mental, psicológico y político, han creado una industria de la memoria que es antipolítica porque impide avanzar. Los museos producen pruebas y evidencias, pero ocultan muchas otras: tenemos un muro, ponemos nombres y hay muchos nombres que faltan, al igual que los procesos jurídicos en los que se oculta lo que no sirve y se muestra lo que sirve.

Los lugares de la memoria son lugares cerrados, que se cierran sobre sí mismos, y la reconciliación implica abrir. Los lugares de la memoria son lugares para "maquillar" la cuestión. Es el azúcar sobre una torta que está mal hecha..

-Todo lo que dice hace suponer que a Sudáfrica y a la Argentina las separa un abismo.

-[Suspira] Creo que hay una Sudáfrica mirando al futuro y una Argentina encadenada al pasado., lo que es terrible para los jóvenes. Aquí los jóvenes están hundidos y aprisionados en el pasado.

 

====Reproduzco éste diálogo porque debería ser motivo de reflexión en otros paises donde se han dado conflictos de este tipo, aunque ninguno tan hondo y tremendo como en Sudáfica – y  se agitan los fantasmas de la Memoria Histórica y se erigen monumentos o se transforman otros existentes  para marcar aun más la Memoria Histórica . Es preciso poner fin. Como dice Berrgoglio, hay que perdonar- es lo fundamental- ; olvidar es difícil; no se puede exigir a alguien que olvide  lo que ha abierto tremendas heridas en su vida y la de su familia, sino que sepan perdonar. Lo dijo Bergoglio y yo lo repito.

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